Pigüeces es un pueblo que dispone
de un entorno para hacer montaña con un valor muy minusvalorado entre montañeros. Seguramente
se deba al desconocimiento de sus posibilidades senderistas y a haber quedado encorsetado en ser “El pueblo del Pico Rubio”. Nos vamos a
centrar ahora en esa enorme sierra que sobrevuela el pueblo por el viento Este,
la montaña donde el mal llamado Pico Rubio monopoliza todo protagonismo, y que a
base de pindias y descarnadas laderas se conoce como La Fana de Pigüeces. Y lo
haremos con el objeto de demostrar como dos pequeños altos, muy cerca uno del
otro, y que desde abajo ni tan siquiera merecen la atención del caminante, y de
nombres Pico Tiñoso y Pico El Cogote, esconden uno de los rincones más hermosos de
este Parque Natural: VATCHINA ESTREITA (vallina estrecha).
Nuestro
objetivo se centrará en conocer el extremo norte de La Fana de Pigüeces, delimitado
por aquellos dos picos y que son la separación entre la zona de uso restringido
y la permitida al senderismo. Las dos modestas cumbres marcan el paraje
conocido como El Cuervo, amplia y descarnada ladera de La Fana situada entre
las dos citadas cumbres y Pena Miana. Recorreremos por tanto ese extremo norte
para una vez arriba, pasar bajo la mencionada Pena Miana y colocarnos sobre
unos pequeños sierros situados bajo esa peña…luego, ya veremos.
Cuando
llegamos al pueblo la mirada del caminante tiende irremediablemente como digo en
centrar su mirada en la cumbre “del Rubio”, es algo que no puede evitar,
dejando a su izquierda un conglomerado de peñas y arbolado con cierta
apariencia de terreno muy salvaje e inaccesible. Este conjunto de varias peñas
(La Pena El Miel y Las Penas de Veisnada) separan dos pendientes canales, aquí
llamadas vatchinas, denominadas según su anchura, LA ANCHA, y LA ESTREITA.
Respecto a La Pena El Miel, la historia habla de una peña donde los vecinos de Pigüeces trataban de alcanzar panales de miel adosados a la misma.
Algo que debe
de tener siempre muy presente el caminante es que en Somiedo, por muy montuno que nos resulte un terreno en apariencia visual, será extraño que no haya sido
objeto de explotación ganadera, bien por vacas, bien por rebaños de cabras y/u
ovejas. En este caso, está claro que lo indómito del terreno tenía que colocar
a la cabra como protagonista del entorno y al pastor como montañero que ha de
acostumbrarse a deambular por terrenos que el propio montañero calificará como “delicados”.
Lo cierto es que a pesar de que La Vatchina Estreita puede parecernos que será
lo más comprometedor de nuestra aventura, curiosamente será la zona de paso
habitual del ganado vacuno, es decir el acceso hasta situarnos bajo las peñas,
lo más farragoso de toda la ruta.
Nos situamos
pues al inicio del pueblo, justo a la vera del primer inmueble del pueblo según
accedemos por la carretera, “donde los cubos de basura” y donde además
disponemos de un pequeño estacionamiento para el vehículo. Desde aquí parte en fuerte rampa el ancho camino que sube
pegado a Los Praos del Pedroso.
Con
esos prados a nuestra izquierda, el camino se bifurca, debiendo de coger la variante
de la derecha que sigue al frente y más alta que la que gira a izquierda.
Desechamos dos salidas a derecha que son acceso hacia fincas del Cortinal,
sabiendo que el camino discurre muy acechado por la maleza pudiendo generar
confusión, pero sabiendo que acabará girando a izquierda hasta cruzar El Arroyo El Vatche en un tramo donde
se camina sobre la propia agua.
Tras el giro a izquierda, Los
Praos del Vatche quedarán por debajo, mientras el ahora sendero penetra entre
una mancha de robles, en busca una ladera de terreno pedregoso y abierto a la
luz del día, es El Tchombu El
Tchagarteiru. Este tramo debería de resultar lo más sencillo de toda la
ruta, pues fue camino brañeiro de acceso cotidiano, y sin embargo es lo más
complicado de todo el trayecto ante su actual estado de abandono.
En estos momentos sentiremos
cierto alivio, pues el camino se muestra bien visible y libre de ataduras,
aunque no nos confiemos en modo alguno pues como dije anteriormente estamos en
el peor tramo de la ruta dada la incomodidad del entorno. Nunca he visto un
mejor ejemplo de lo que es pagar un peaje para disfrutar posteriormente de un
regalo de la naturaleza, pues lo que primero es un terreno repulsivo para el
caminante luego se convertirá en un lugar inolvidable.
Tras pasar por El Tchombu El
Tchagarteiru, el sendero vuelve otra vez a recibir un buen acoso de la vegetación a base de ablanos y artos, con senderos de animales que cruzan el propio itinerario.
Lo más importante en este primer tramo es saber a dónde vamos y
dónde se encuentra la vatchina que vamos a acometer. Ello es muy importante
cuando aparezca el cruce más importante del tramo pues el trazado del sendero
principal parece que gira a derecha mientras que la ruta a Veisnada, que es la
nuestra, sigue de frente. Acertemos con el cruce, y seamos pacientes, pues el
camino acabará otra vez por ser amedrentado por la maleza debiendo de estar muy
atentos a nuestro caminar sobre el discurrir del sendero, pues este se estrecha
en una zona donde el paso de los animales salvajes cortando el mismo le afectan
de manera considerable existiendo talud cortado a izquierda.
No todo es sin embargo negativo, la importancia
histórica de este camino desde un punto de vista brañeiro lo apreciaremos
cuando ante nosotros aparezca un tramo espléndido del mismo, empedrado y con el
traje típico de lo que fueron los grandes caminos somedanos.
Llegado el momento, y en el
paraje de Las Tchampazas, observamos
a nuestra derecha los bloques rocosos entre los que se cuela Vatchina Estreita
(estrecha), siendo hora y lugar de despedirse del camino principal (que
continua hacia Veisnada bajo el manto de la argaña y todo tipo de corta pero
incómoda vegetación), y de avanzar en
tendida diagonal en busca de una solitaria mata de arbolado situada por delante
de la pared rocosa de Los Utchones.
Una vez delante de Vatchina
Estreita, y con la vista al viento este, apreciamos su justo calificativo, pues
se trata de una estrecha hendidura entre paredes, apreciando en el terreno una
tira pedregosa que no es otra cosa que los vestigios de una treita, es decir
una canaleta por donde se lanzaba en su día la madera cortada de las fayas. A
partir de aquí…comienza el Rock and Roll.
Sabemos que la vatchina sube de
frente hacia arriba, no hay desviaciones, salvo el paso que a medio de
mesetario conecta aquella con “la ancha”, pero no es esa nuestra ruta, así que “too
tieso y pa´rriba”. No hay aquí secretos ni recomendaciones, solo la de que cada
uno vaya buscando el paso que más le guste, y si se ha de agarrar a la argana,
hágalo. El terreno es muy pindio, sí, por momentos supera a La Vatchinona de Chociencias (bajo el Pico del Prao del Niseiro) y eso
es digno de mención, pero dejémonos de pamplinas, por aquí deambulaban los
pastores y no estaban de ocio ni pasando el día, estaban ganándose la vida, la
supervivencia, así que ¿por qué no vamos a subir nosotros?. Si alguien es
alérgico a las fuertes pendientes y a los cachiparros, este no es su sitio,
pero si alguien desea pagar esos peajes para conocer un rincón de la montaña
somedana maravilloso y salvaje, adelante.
La diferencia con La Vatchinona
situada bajo El pico del Prao del Niseiro salta a la vista, aquella es mucho
más ancha, aquí en cambio las paredes calizas parecen querer estrangularnos
pero nos dejan el respiro adecuado para ir ascendiendo. Hay un momento que
observamos a izquierda un refugio de cabras con un antiguo comedero, ¡qué
lugar!, ¡qué entorno!, y los hay que dicen que conocen Somiedo por subir veinte
veces a Orniz, treinta a Los Albos, y cuarenta al Cornón, en fin, si alguien
que lee estos comentarios se siente aludido, disculpe mi atrevimiento y no se
enfade, porque el verdadero Somiedo no está arriba del todo, a 2.000 metros, eso es un Somiedo construído por el sector montañero.
El Somiedo genuino, el histórico, el de caminos centenarios, el de los brañeiros, ese, está justo por debajo, como por ejemplo aquí, escondido entre peñas y árboles.
Muy pronto veremos la luz
penetrar sobre la última línea de fayas, momento en que podemos ir saliendo
hacia derecha y fuera de la vatchina, para coger un marcado sendero de montaña que
nos llevará en dirección norte hacia la cercana y vecina Vatchina Ancha.
El camino es de los que gustan,
de los que se denominan “caminos montañeros”, y por si fuera poco cruza la
pequeña mancha de fayas cimera de Vatchina Ancha.
Tras salir de este tramo de
arbolado, vemos muy cerca el hombro que marca el fin de La Fana de Pigüeces. En
este momento pasamos sobre la ladera descarnada de Vatchina Ancha. Quizás sobre
alguna parte de aquel hombro veamos al chivo de apariencia salvaje que manda en
el rebaño de cabras que por aquí deambula. Dejémoslo a su aire, nosotros a lo
nuestro, pero mejor rodearlo y alejarnos, a mi algo que lleva cuernos
y tiene mirada de cabreado, prefiero obviarlo.
Una vez en el hombro, sabremos
que hemos llegado al límite con el restringido. El terreno al norte cambia por
completo, pues el terreno se deja caer
en fuerte pendiente por la vatchina
boscosa de La Tchuite. Pero no hay margen al error, pues estamos en una marcada
arista de la montaña que a un lado tiene arbolado y al otro una descarnada cuesta.
Subimos por el mismo hombro pues muy cerca de nosotros tenemos al Pico Tiñoso y
su doble cumbre.
Tras el Pico Tiñoso un sendero
recorre el hombro de manera muy tendida hacia la esquina del cordal, el Pico El
Cogote (1.189 m).
Al llegar al Cogote, cambiaremos
de dirección pues vamos a ser respetuosos con la zonificación del Parque. Ahora
estamos en plena Sierra, la de Caduepo, El Rubio y Las Planas, y girando por su
cumbrera al sur llegamos al Chanu L´Era, una campa llana con un bosque a su
espalda misterioso, donde quizás podamos observar las piedras levantadas por el
gran oso pardo.
Tras El Chanu L´Era, no debemos
seguir por la cumbrera, pues el mazacote calizo de Pena Miana nos obligaría a entrar por su
espalda en el fayéu e invadir la zona restringida. Sin embargo, ello no será problema
alguno, sino todo lo contrario porque vamos a coger uno de los caminos más
míticos de Pigüeces, es “el Camín de Las Vacas”, un sendero ganadero que
cruzaba toda La Fana de Pigüeces, luego La Vatchinona de Chociencias, La Cariadona,
Los Chinchos y por último llegaba a Don Cueva enlazando con el camino hoy
principal que más bajo venía del Chanu Colinas y que corta la Vatchinona por
abajo, es decir aquel camino del que hablo en el libro como “La Ruta de Don
Cueva”. Se trata por tanto de dos caminos paralelos, que aunque en su origen se
ven separados por mucha diferencia de altura, uno va bajando y el otro subiendo
hasta encontrarse en Don Cueva.
Desde El Chanu L´Era cogemos por
tanto “El Camín de Las Vacas”, que pasa por Sula Pena Miana (por debajo de Pena
Miana), y que cortando La treita El Cuervo, La Treita La Argana y por último la
treita El Vatche Pena Grada (la treita más visible pues se presenta a la vista a
modo de gran carcavón) y nos acaba situando en el Chaneto de Los Sierros de Pena Miana. Se trata de un pequeño llano
a modo de campera que se ubica sobre unos pequeños sierros que en esta inmensidad
de ladera, son pequeños resaltes calizos que dejan ver sus cabezas sobre la
pendiente cuesta de argana.
Parece este un lugar
insignificante, pero tuvo una importancia ganadera tremenda al ser cruce de dos
importantes rutas. Efectivamente, un camino desciendo rumbo al oeste, hacia La
Fuente Robléos, siendo por tanto la ruta que iba de Pigüeces al Chanu L´Era. El
otro camino, “el de Las Vacas” continúa al
sur con un trazado casi en llano cortando toda la ladera en busca del imponente
cordal calizo que da fin a la Fana de Pigüeces y entrada a La Vatchinona de
Chociencias.
Sin perjuicio de ello, desde El
Chaneto Los Sierros también se puede seguir rumbo al este, es decir de frente
hacia arriba y en fuerte pendiente ascendiendo justo por la derecha de la treita
del Vatche Pena Grada, para acabar saliendo muy rápido al collado llamado Tras Pena Miana, un llano situado en
plena cumbrera, y desde donde se puede seguir ascendido hacia el pico principal
de La Sierra Caduepo pasando por El Chanu Turrubio, El Alto El Rubio y como
digo al Pico del Prao del Niseiro.
Pero como la cumbrera de este cordal ya está
bien explicada en el libro (páginas 37-40), de momento vamos con más novedades y continuemos
por “El Camín de Las Vacas” que pronto corta La Treita Robleos, aquella que viene
desde La Fuente del mismo nombre y que pasa muy cerca del conocido como “el arbolín”.
Tres caminos arrancan de esas zona: 1º) de Tras Pena Miana a La Muezca Cimera, 2º) de Tras Pena Miana a La Muezca (fondera), camín este que a medio camino se une a este otro 3º) aquel que va del Chaneto Los Sierros de Pena Miana a La Muezca (fondera), que es el camino ahora tratado y llamado “El Camín de Las Vacas”.
Según avanzamos al sur por “El Camín de Las Vacas” y nos acercamos
al cordal calizo de La Vatchinona de Chociencias, la ruta va ganando en belleza
montañera, sobre todo cuando pasamos sobre Los Bruscos y desde un alto vemos como el camino desciende
hasta colocarse tras la solitaria peña que emerge sobre La Vatcheta La Faxa.
Esta peña a la que se asciende con facilidad, y donde destaca la faya adherida
a la misma, es un mirador extraordinario.
Solo resta ya cruzar una última
vallina para entrar por uno de esos pasos montañeros como abiertos por un
ingeniero en la roca para permitir un cómodo tránsito, se trata de La Muezca (fondera).
Pasamos entre dos peñas, y lo que
aparece ante nosotros es majestuoso. De aquella descarnada ladera damos paso a
la gran Vatchinona de Chociencias, con sus manchas de arbolado, sus fuertes
pendientes, sus resaltes rocosos. No estamos situados ahora bajo la misma, como
describía en el libro pues íbamos por el camino más bajo, sino que estamos a
mitad de La Vatchinona.
Arriba, la emblemática Cueva Negra, morada del rebeco.
El recorrido desde aquí a Don
Cueva es un trayecto muy
vistoso y de un valor senderista muy elevado, ante esa mezcla de arbolado, campera y peña. Si el camino que viene de Colinas es bastante desconocido, de este sendero para que vamos a hablar. Escondido y camuflado como no queriendo recuperar el protagonismo que tuvo, discurre bajo varias manchas de arbolado manteniéndose por el uso de vacas y venados. Cuando estemos a punto de
llegar al Chanu Don Cueva observaremos como por nuestra derecha se acerca el
otro camino, juntándose ambos en la campera situada tras La Pena Don Cueva.
Y una vez en Don Cueva, ya conocemos nuestras posibilidades: 1º) seguir hacia El Chanu La Trapa y Orticeda (páginas 41 y siguientes del libro), ó 2º) descender a Visbeiro y la braña de Pigüeces (Motiz).
El camino desciende Don Cueva hasta El Chanu Visbeiro, y de ahí a la braña en poca distancia (página 56 del libro, información de esta braña). Desde la braña descendemos en una hora al pueblo por un ancho camino.
Y ahora regresamos a La Fana, y recorramos el camino alto, el
que pasará por La Muezca Cimera.
Estamos ante un claro ejemplo de lo que hoy es
un sendero “venatorio” por excelencia, que a veces se observa con claridad y otras apenas se
percibe. El camino va en paralelo al “Camín de las vacas”, muy cerca uno del
otro, aunque una vez sobre la peña de La Vatcheta La Faxa, el “Camín de las
vacas” pierde altura camino de La Muezca (fondera) y se aleja de su compañero,
incluso, el camino alto de La Muezca Cimera se bifurca, debiendo de optar por
la variante baja, aunque no será problema importante el error en esta elección,
pues posteriormente es fácil rectificar con un leve descenso.
El caso es que identificar en la
distancia el camino que va a La Muezca Cimera es sencillo, pues pasa justo por
encima de dos sierros muy reconocibles.
Una vez nos acercamos al paso de
La Muezca Cimera ya percibimos que estamos a punto de vivir montaña de la
verdad. Esa abertura entre las peñas nos pone en aviso de lo que se avecina.
Nada más pasar a la otra
vertiente ya vemos al fondo un mundo que hasta ahora no existía: la mezcla de
árboles y peñas en un paraje de suma verticalidad. Pero todavía tenemos que
salvar un canto.
Pasado el citado canto, allí está
La Vatchinona de Chociencias en toda su magnitud, con esas fayas que se cuelgan
de la ladera, La Cueva Negra y El Furao en la peña. Al llegar a unas aisladas
fayas tenemos un cruce de rutas, pues hacia arriba va la ruta a la cumbre del
Pico del Prao del Niseiro y de frente en rampa va el camino al Chanuetu.
Recordemos que el “Camín de las
vacas” también corta La Vatchinona, pero la visual es muy diferente, pues aquel
observa la gran vatchina desde abajo, y el camino de La Muezca Cimera lo hace
en cambio desde las alturas. Mientras en el camino bajo el arbolado impone su
ley, arriba es la peña caliza y agreste
la que impera. Pero si he destacar algo, es esa sensación de entrar en un zoo,
pues la parte alta de Vatchinona y Cariadona (ancha vatchina que sigue a la
otra) son lugar habitual de encame de venaos y rebecos.
Pasamos bajo La Cueva Negra.
Y al pasar a La Cariadona el
paisaje cambia bastante. El suelo se tapiza de argana (hierba larga y áspera),
escobas, y árboles “rotos” secuela de un gran incendio, mientras el camino
desparece casi por completo. Hemos de pasar bajo la peña y más o menos en
llano.
Al llegar al canto, pasamos a la
ladera de Los Chinchos con El Chanuetu ya a la vista e inconfundible (pequeño
llano de campa con unas pocas fayas). El Chanuetu se sitúa en el mismo hombro
que El Chanu Don Cueva, unos cuantos metros más arriba.
Mientras el camino principal al
Chanu La Trapa va desde Don Cueva en ascenso por La Cariada El Cordel, el del Chanuetu (aunque se ven
varias posibilidades) va más o menos en llano.
Y como hemos pasado por La Vatchinona, y hemos conocido los dos caminos que "la cortan", analicemos una alternativa a la ascensión central descrita en el libro.
Para ello debemos de cambiar
rumbo desde las fayas hacia el cordal rocoso que marca esta gran canal por su
izquierda (según ascenso) utilizando el ya conocido “Camín de Las Vacas” para buscar la pasada denominada “La Muezca”, y luego ascender pegados a la peña hasta coger “El Camín de La Muezca
Cimera” y cambiar rumbo en sentido contrario otra vez al centro de La
Vatchinona.
En fin, vayamos primero hacia la mancha de fayas abandonando
el sendero del Tchombu Chociencias que prosigue como no rumbo hacia Don Cueva.
Subida muy dura como ya advertí en el libro, pero sin llegar a los extremos de
Vatchina Estreita. Aquí subimos en terreno más abierto, observando siempre lo
que resta de ascenso hasta el cordal.
La lucha contra la pendiente debe de
mantenernos firmes pero no perdamos la concentración pues debemos de cambiar
rumbo a izquierda accediendo al “Camín de Las Vacas” que viene de La Muezca con
dirección a Don Cueva. La referencia para coger el camino es esta: fijémonos en
la primera línea de arbolado de La Vatchinona que sube por nuestra izquierda, y
busquemos la primera mata de fayas (de triple tronco) que encabeza por arriba
esa línea, pues por encima pasa el camino.
Una mirada hacia la izquierda por fuera del
arbolado nos muestra bien cerca el paso de La Muezca. El camino es bien visible
y tiene buena caja así que no debe de generarnos confusión ni temor ante lo
pendiente de la ladera. En un
abrir y cerrar de ojos estaremos en La
Muezca.
Una vez en La muezca, cogemos un sendero que pegado a la peña asciende hacia La Muezca Cimera.
Aunque de momento todo parece sencillo, hay que salvar un obstáculo. Se trata de un "puexu", una panda de árgoma muy vertical que exige "cogerse al matu" para remontar por ella. Con tranquilidad y paciencia remontaremos muy rápido.
Al salir del "puexu" volvemos a la cercanía de la peña.
Ya estamos muy cerca de la pasada de La Muezca Cimera, pues la gran abertura en la peña así nos lo pone en evidencia, con el pueblo de Pigüeces a la vista allá abajo.
Ya estamos sobre el camino que pasando por la zona alta de La Vatchinona cruzará esta y La Cariadona para salir al Chanuetu. Cogemos el camino y llegamos hasta las solitarias fayas que veremos en plena Vatchinona. Una vez allí, "de faya a faya y tiro porque me toca". Entre ambas, un terreno argayado algo incómodo.
Y desde aquí, ya sabemos, todo para arriba y directos al collado ubicado a la vera del vértice geodésico del Pico denominado "Rubio", aunque se trate del Pico del Prao del Niseiro o Pico La Vatchinona. Pero existe otra posibilidad de salida a la cumbrera, algo más alejada de la cumbre, pero muy entretenida en caso de no querer repetir el mismo itinerario.
Se trata de salir de la canal central de La Vatchinona, y coger una vatchina pequeña cubierta de fayas que arranca por la derecha de la peña. Existe sendero rebequil, pero la pendiente es tipo a la existente en Vatchina Estreita, es decir muy pronunciada, aunque el recorrido será muy corto.