Comentarios ampliatorios de Víctor Orbayu sobre el contenido de su trabajo sobre El parque Natural de Somiedo.

lunes, 29 de mayo de 2017

ACLARACIONES PARTE 9 EL PASO

EL PASO

Pags 161-162

No es el "paso" reseñado en el libro el que se conoce con tal nombre. Si es un "paso" pero no el más conocido en Valle de Lago, ubicado justo en un repisa inferior, del Chanu L´auteirón en llano. El error viene determinado por la descripción del informante: "es un paso estrecho, hay que pasar de uno en uno, un pie sobre otro pie". Realmente este es  otro "paso", no hay duda.


LAS ACLARACIONES DE ESTE BLOG QUEDAN EN SUSPENSO ANTE LA FUTURA EDICIÓN DE UN NUEVO LIBRO DONDE SE EFECTUARÁN LAS MISMAS.

lunes, 11 de abril de 2016

ACLARACIONES PARTE 8. LA TIESA.

LA TIESA. LA CONQUISTA DE LA MONTAÑA

Pag. 126. Ampliamos.



La zona del Escobiu esconde una de las zonas montañeras más agrestes de Somiedo, y a la vez, situada en ese elenco de las más desconocidas. Esa peñas calizas que se ven en lo alto hacia el paso de La Falguera una vez situados en el pueblo de Veigas (foto), es terreno que siempre llama mucho la atención al visitante al contemplar esas afiladas peñas calizas, pero es zona de las que sin embargo, el caminante escapa por miedo a acercarse a la amenazante maleza que cubre una ladera bien desconocida por todos, excepto por aquellos pastores de Veigas y La Falguera que en su día conducían sus rebaños de cabras por tales lares.
Como siempre ocurre, no es posible establecer conclusiones definitivas ni dan por sentadas las cosas si no “amillaramos” previamente, porque curiosamente no es esa vertiente de Veigas la que posibilita un buen ascenso a aquellas peñas, sino la espalda de esa montaña, su cara norte, la del Escobiu.



Nos situamos por tanto en El Escobiu, a donde hemos accedido por el camino que sube desde la braña de  Navachos. Fijemos nuestra atención en el buen camino que llega en llano por el Oeste a la casa-teito del abandonado pueblo, y que se dirige desde la citada casa dando vista al frente hacia el monte de Tiblós. Este camino, que es el ya mencionado “viejo camín de toda la vida entre Navachos y El Escobio”, nos sorprenderá por su actual  buen estado de conservación al discurrir bien armado y libre de vegetación, aunque ello sea solo en un primer tramo aunque suficiente para nuestros inmediatos intereses: La Conquista de La Tiesa.  


Panorámica frontal de la vertiente del Escobiu. Nos encontramos en esta vertiente ante una auténtica cumbre, 500 metros de desnivel aproximadamente en una distancia que no llegará a los 2 kms.


Tras llegar en pocos metros a la evidente y cortada peña caliza que cae por nuestra izquierda, volteamos la misma girando al sur y abandonando ya el camino, entramos allí mismo por el rastro de un sendero “de animales” que atraviesa la dura y muy incómoda árgoma. Nos dirigimos en busca de un pedrero.  Aquel citado sendero, puede ser tan real como transitorio, pues hoy existe al haber sido limpiado desinteresadamente a efectos puramente montañeros, por lo que mañana quien sabe.



Las buenas y consistentes piedras, que en otras ocasiones y rutas son elemento incómodo, aquí en cambio las hemos de recibir como salvavidas que sale a nuestro rescate en un mar de espinos y maleza. No pierda el caminante la paciencia hasta llegar a la tchera, pues se encuentra relativamente muy cerca del camino que hemos abandonado. 

Una vez alcancemos el pedrero, ascendemos por el mismo agradeciendo que este acceso nos permita acometer esta cumbre que desde Veigas apenas llama ni tan siquiera la atención del caminante, pero desde la vertiente contraria es una cumbre en toda regla que se alza majestuosa sobre el pueblo del Escobio,  y de las que no se olvidan por su configuración de ésas que gustan por lo agreste de sus afiladas y “cortadas a cuchillo” peñas.



Este paso pétreo, que nos permite un ascenso relativamente cómodo, discurre siempre por la parte izquierda de la subida hasta la entrada del mismo arbolado (el faéu de La Tiesa).
En este tramo donde nos dirigimos ya sin duda alguna hacia el arbolado, nos vemos inmersos en un terreno agreste de verdad, aquí no hay hipérboles ni expresiones edulcoradas de cara a la galería, pues es esta una montaña ruda en su máxima expresión, roca caliza desparramada en terrible alianza con agresivos espinos.
En La Tiesa el ganado cabrío tuvo una importancia considerable; rebaños del Escobiu, de La Falguera, de Veigas, aquí la cabra podía mostrar todas sus virtudes físicas a la hora de pastorear semejantes laderas, y aquí se enfrentaba también a su peor pesadilla, pues hubo un tiempo en que el gran oso pardo no solo comía hayucos y arándanos, sino que atemorizaba a aquellos rebaños levantando verdaderos dolores de cabeza a los pastores locales.
Como ya advertimos anteriormente, nos encontramos en uno de los lugares del Parque de  Somiedo donde el oso se deja ver en la actualidad de vez en cuando, pues es precisamente en estas laderas donde recientemente se le ha visto desde la carretera por los turistas mientras posaba sobre los riscos como presumido modelo.
En la parte alta del monte de La Tiesa hay dos salidas a la cumbrera, pues un estrecho cortado calizo superior divide arriba la cabeza del hayedo en dos partes. En estas dos opciones de salida, remontaremos a la derecha por el ramal boscoso que se dirige hacia el collado que da acceso a La Pena El Viento, gran mirador del monte Tiblós.
El trayecto entre las hayas será relativamente corto, pero nos resultará muy vistoso y de un carácter extremadamente montañero, como todos los hayedos que nacen entre la roca caliza.




Una vez salimos del amparo boscoso y la luz se abalanza sobre nosotros, vuelve entonces a saludarnos la pejiguera árgoma, que aquí se asienta de manera ostensible abrazando toda la repisa superior de esta cumbrera, y acompañando a poderosas moles calizas que si bien desde el pueblo de Veigas apenas se aprecian, en cambio aquí arriba y en primer plano, resultan realmente sorprendentes.



Siempre insisto en lo atrayente que es descubrir nuevos rincones en un Parque Natural como el de Somiedo, esos recovecos que han vivido hasta ahora en el anonimato para montañeros,  y que ofrecen momentos de montaña difíciles de olvidar por esa idea tan instaurada como errónea de que Somiedo ya es bien conocido. Existe un Somiedo desconocido sí, pero La Tiesa supone mucho más, y ello es así porque no solo es su carácter de montaña desconocida lo que destaca, sino además por ser un paraje que se muestra en todo su esplendor solo cuando accedemos a su entorno. La sorpresa para el caminante que accede por primera vez es realmente atronadora, ¿cómo es posible?, ¿por qué nunca he accedido a este lugar?, ¿por qué no me he percatado de lo que esta montaña podía ofrecer?, son preguntas que nos haremos sin ninguna duda, pero que tienen fácil respuesta: porque la configuración La Tiesa se disfraza de montaña de poca importancia y todo el protagonismo lo abarca La Sierra Michu.
Pero volvamos a situarnos en la cumbrera, pues allí  mismo a la derecha tendremos ya la primera cumbre de esta montaña de La Tiesa, así que remontemos el corto trayecto de unos pocos metros que nos separa de la cima de La Pena El Viento (1.240 m), y movámonos entonces por allí arriba con mucha precaución, pues en esta cumbre hay una importante caída al abismo mientras al frente nos observa El Alto Valdegobierno o Alto El Cintu (el llamado pico Gurugú).


Coloquémonos pues donde corresponda y disfrutemos al otro lado de la carretera de todas las canales y barrancos del monte Tibléus (Tiblós), pues se trata éste de un hayedo colgado literalmente de una enorme pared vertical caliza que solo desde esta cima  es posible percibir en toda su justa magnitud. El monte Tiblós es zona de uso restringido, pero no solo no se debe de entrar al bosque por contradecir la normativa reguladora de la zonificación del Parque, nuestra propia seguridad así nos lo exige pues los viejos senderos que cruzaban el interior de este hayedo salvando los cortados se han ido perdiendo en algunos tramos con el paso del tiempo, y solo podríamos llegar a atisbar en muchos casos peñas y barrancos como el Bugón, donde recientemente en una cacería tanto el jabalí como el perro que fatigosamente le perseguía hacia aquella zona, acabaron despeñados por semejante peligroso paraje.
Teniendo en cuenta la orografía de aquel monte, nos sorprenden historias como la de Pilar Otero de quien casi con una cierta connotación mítica se cuenta en Veigas que: “llevaba los sacos de tila agarrados con los dientes para poder cogerse a las peñas cuando cruzaba el bosque”, pero esa fue la realidad de este monte donde en su día se desarrolló una actividad ganadera (principalmente de ganado cabrío)  por cortados y riscos al más puro estilo de “Picos de Europa”.
Incluso resultando igual de sorprendente, en la zona agreste del monte aunque comunicada eso sí con el pueblo por lo que en su día eran buenos caminos, había prados de siega pues completamente escondidas entre el arbolado de la zona del Muruxal existen varias praderas y un par de cabanas ya en evidente estado de deterioro, zona que hoy se ha convertido en solitaria parada de descanso del oso pardo como atestiguan los que por allí de vez en cuando se dejan caer bien en busca de leña, en cacerías o simplemente a comprobar el estado de las fincas. Otro lugar mítico de este monte es la llamada “cueva (de) los ladrones”, impresionante y vertical garganta sin salida superior donde se guardaban en su día las cabras por parte de brañeiros, cerrando éstos el paso por la parte inferior y convirtiendo aquella en un gigante y agreste corral natural.


Recorriendo la cumbrera de La Tiesa vamos salvando los distintos hombros que aquí vienen a desembocar, sierros  de indudable carácter quebrado y calizo, disfrutando además y hacia abajo de la fantástica vista del pueblo de Veigas, percibiendo quizás el porqué de su topónimo (vegas).



Tengamos en cuenta que debemos avanzar progresivamente por la ya tan citada cumbrera hasta llegar hasta el último bloque calizo y buscar allí el colladín de Los Picos, pequeño paso entre la arista caliza que nos permitirá el tránsito a la otra vertiente, es decir  el paso desde el pueblo de Veigas al de La Falguera por el Alto La Cutchada.
Este paso es el único coherente, pues si pretendiésemos voltear la montaña nos encontraríamos con peligrosos cortados.
Una vez llegamos a la última peña (Los Picos) de la última línea rocosa, la montaña de manera irremediable se corta bruscamente en su vertiente hacia La Cutchada, así que nos vemos obligados a descender un breve tramo por la vertiente del Escobio bien pegados a la roca, hasta colocarnos debajo del ya tan comentado paso. El colladín nos resultará  inconfundible pues es el único que nos permite salvar la vertical pared caliza, de hecho tal es su funcionalidad en el paso  que aunque nos parezca increíble hoy en día, es lugar por donde siempre se transportó con cuerdas la madera de haya que se sacaba del “Faéu de La Tiesa” .
Aquí alcanzaremos a comprender en su verdadera magnitud como era antes la vida en Somiedo, pues ésta era una labor que sin duda debía de poner en peligro gravemente la seguridad de las personas. Una vez bajo el estrecho paso, observamos una roca que hemos de salvar por su izquierda y que nos exige un par de agarres nada complicados para un nivel montañero medio, aunque no por ello debemos de pensar que esta ruta es “apta para todos los públicos”, ni mucho menos. Es momento por lo tanto de advertir al lector sobre la naturaleza de esta montaña, cuya agresividad solo es comparable a la de los picos del Robezu, y que en muy pocas montañas de Somiedo podemos encontrar.




Una sobre la crestería de Los Picos, debemos de exprimir todos nuestros sentidos al encontramos ante una bajada que aunque corta es bastante incómoda.


Se trata de un descenso con pequeñas repisas calizas y un descenso que adquiere cierta verticalidad con algo de argaña (hierba larga y áspera).  En este descenso sobre él que no hay nada escrito, es aconsejable a mi modo de ver dibujar una  recomendable “Z” en tres tramos:



1º) salimos a la izquierda para salvar la primera zona vertical situada tras la salida del colladín,  tratándose de varias y pequeñas repisas calizas “peligrosas” pero que podemos salvar con tranquilidad siempre que estemos muy atentos a donde pisamos, 2º) bajamos a continuación hacia la derecha buscando con sumo cuidado una pequeña mancha de hayas, pues en esta diagonal es donde la argaña adquiere protagonismo y resulta bastante resbaladiza, y 3º) buscamos una diagonal descendente a izquierda, tomando como referencia una haya ubicada entre dos peñas, para de esa manera no vernos obligados a descender por la “canaleta central”, que es zona muy vertical  por la que en su día se lanzaba la madera de haya que se sacaba del monte La Tiesa. En este tramo, la árgoma que en otras ocasiones resulta una verdadera incomodidad, nos resulta aquí de gran ayuda pues proporciona muy buen agarre corporal sobre el terreno.


Tras la árgoma, observaremos a izquierda el paso pegados a una haya y el estrecho sendero que tras la misma desciende hacia el Prao de La Cutchada.




Habrán sido unas cuatro horas desde la carretera, pero créanme, inolvidables, tanto si nos gusta este tipo de montaña pues entonces disfrutaremos de la caliza y su hermanamiento con un misterioso bosque, como si no, pues en este último caso pasaremos algún que otro momento tensos y quizás lleguemos a sudar un poco más de la cuenta…permítaseme la broma, pero recordemos de que tipo de montaña hablamos.
Y pensar que es uno de los hermanos pequeños de La Sierra Michu, insignificante a su lado, en fin, cuanto nos tiene que enseñar todavía Somiedo, he aquí una de las cumbres más minusvaloradas del Parque, pero que curioso, de las más montañeras.

lunes, 28 de diciembre de 2015

ACLARACIONES PARTE 7: LA FURADA, Y EL TÉRMINO FANA



Página 156, ampliamos:




Desde El Chanu la Furada se puede ascender hacia Campos de Gobia sin pasar por la braña de Bustietchu. Se trata de seguir el cordal hacia arriba, no hay más secreto, aunque sí desde luego, sorpresa y de las buenas.

El acierto de la decisión es pleno, pues apenas dejo atrás la campera del Chanu La Furada obtengo respuesta a aquella pregunta que hace tiempo me acechaba, ¿dónde se encuentra el “furao”?. Reconozco que ha sido una mera casualidad, pero pocas veces me he sentido tan orgulloso de descubrir algo sin disponer de información previa. Se trata de una enorme puerta insertada en una peña, aquella que da nombre a este entorno. 




Pero ya no es solo cuestión de La Pena La Furada, el cordal es digno de conocer todo en sí con esas peñas de variadas formas, la vieja alambrada que trataba de impedir  la caída del ganado por la agresiva ladera que cae hacia el Valle de La Tchamera a modo de verticales vatchinas, de nombre Las Argaxadas, y las magníficas vistas sobre las praderías asentadas en el fondo de dicho valle (El Práu Fonso, Los Bravos y Los Práus del Cáscaru) así como la emblemática Pena El Cáscaru.




Tras la empinada cuesta, en ocasiones por cierto bastante incómoda al vernos afectados por la picotera árgoma, el cordal se allana en lo alto presentando una fabulosa campa mientras damos vista abajo a Las Fontes de Campos de Gobia y al Canto La Tchomba, ancho hombro que da fin al Valle de La Tchamera y entrada a la braña de Campos de Gobia (información de esta braña páginas 157-15

Página 7. GLOSARIO DE TÉRMINOS

Efectuamos aclaración sobre los términos Argaxada y Fana.


En Somiedo decir “fana” implica siempre hablar de lo que popularmente se conoce como un “terreno malo”, tanto para la deambulación del ganado como para la actividad senderista del caminante. El topónimo “fana” aparece en muchos parajes de Somiedo, sin que su configuración física aparezca siempre de igual manera a la vista del ser humano, por lo que no es posible a mi juicio establecer una descripción única de los elementos naturales que la componen que pueda englobar a todos los supuestos existentes de fana, sino caso por caso.

En todos los casos, la fana se presenta como una panza o resalte de naturaleza rocosa y herbosa que sobresale de la montaña. Estas panzas pueden ser de poca envergadura en relación a la ladera de la montaña u ocupar en cambio buena parte de la misma. Entre las fanas se suele desarrollar sobre el terreno bien una vatchina siempre de gran verticalidad (en unos casos estrecha, en otros más amplia), bien una encajonada cárcava, y que en algunos casos suponía incluso su utilización como treitas para lanzar la madera desde lo alto.



Dada la fuerte pendiente de las vatchinas que se cuelan entre las fanas, es habitual que por aquellas se deslicen lo que se conoce como “argaxadas” (ríos de piedra y tierra) pues el terreno se ve afectado por aludes de nieve en invierno que acaban arrastrando todo lo que asienta sobre el suelo.
El argayo también puede aparecer en la propia fana, sobre todo en el talud lateral de esta, pues la nieve del alud arrastra terreno por la vatchina y esto afecta a la ladera de la fana cuya pared lateral acaba cediendo.


En este conjunto de fanas y argaxadas, lo que siempre llama la atención del observador es la zona argayada porque visualmente es lo más llamativo, mientras la fana la apreciamos como una loma rocosa, cuya existencia la apreciamos como un fenómeno lógico en la montaña.
A veces en este conjunto destaca la fana por su envergadura, y en otras sin embargo es la argaxada la que destaca en la visual por su amplitud y cuantificación, por lo que al observar una zona de fuerte pendiente afectada por argayos, si vamos al topónimo de la zona unas veces escuchamos “Las Fanas o Fana de…” y otras veces “Las Argaxadas”, depende de cuál de los dos elementos es el principal protagonista en la ladera, lo que al final genera cierta confusión. En realidad no debería de ser así, y ambos elementos deberían de tener su propio topónimo.
Un ejemplo de ello lo encontramos en Los Puertos de Rodrigueiru y su peculiar ladera. Si preguntamos por el topónimo encontraremos el de Las Argaxadas, aunque en esa ladera hay argaxadas y hay fanas.


Por si fuera poco, en otras ocasiones los desprendimientos del terreno son de tal calibre en la ladera que casi todo el protagonismo se lo llevan los argayos de tierra y piedra, un  caos total y absoluto como es el caso del Putracón, aunque el topónimo que prevalece para identificar la zona no es el de Las Argaxadas del Putracón, sino el de La Fana del Putracón.


Pero no acaba aquí la casuística de fanas, pues en otras ocasiones la ladera compuesta de fanas es muy amplia, y lo que predomina sobre el terreno casi por completo es la argana (hierba) a la que se une también la árgoma, de ahí que las panzas y resaltes rocosos apenas se aprecien en la distancia, y muchas de las vatchinas no lleven argaxada pues el alud de nieve se desliza sobre la vegetación, o si la hay quede camuflada bajo la hierba. En estos casos todo se tapiza por el color verde como en Las Fanas que se deslizan desde La Baba.


En otros casos de este estilo, todo se aprecia en cambio por un tono de color amarillento, al ser zona de árgoma y argana expuesta a cara sur, como es el caso de La Fana de Pigüeces, donde además, los resaltes rocosos a modo de fana se mezclan con amplias vatchinas de hierba, treitas pedregosas (cárcavas por donde se lanzaba la madera), y anchas tchombas (panzas herbosas).


Como vemos, cada caso de fana es singular, y ha de analizarse individualmente, aunque como dije al inicio, fana = terreno malo, eso sí que es común a todos los casos, de ahí que en muchas ocasiones donde hay fanas hay alambradas para evitar los accidentes del ganado vacuno.

Por lo que respecta al topónimo de la fana, en algunas ocasiones a un conjunto de fanas se le denomina con el plural: “fanas” (Las Fanas de Fuexu), y entre los ganaderos cada fana tiene su topónimo. En otros casos sin embargo se utiliza el singular “fana” para englobar a todo el conglomerado de fanas en sí.

Las Fanas de Fuexu, en plural, son varias y cada una con su topónimo.


La Fana El Xiblo, singular, aunque observamos varias.


domingo, 27 de diciembre de 2015

ACLARACIONES PARTE 6: VATCHINA ESTREITA, CAMÍN DE LAS VACAS Y VATCHINONA (PIGÜECES)





Página 55, ampliamos:

Pigüeces es un pueblo que dispone de un entorno para hacer montaña con un valor muy minusvalorado entre montañeros. Seguramente se deba al desconocimiento de sus posibilidades senderistas y a haber quedado encorsetado  en ser “El pueblo del Pico Rubio”. Nos vamos a centrar ahora en esa enorme sierra que sobrevuela el pueblo por el viento Este, la montaña donde el mal llamado Pico Rubio monopoliza todo protagonismo, y que a base de pindias y descarnadas laderas se conoce como La Fana de Pigüeces. Y lo haremos con el objeto de demostrar como dos pequeños altos, muy cerca uno del otro, y que desde abajo ni tan siquiera merecen la atención del caminante, y de nombres Pico Tiñoso y Pico El Cogote, esconden uno de los rincones más hermosos de este Parque Natural: VATCHINA ESTREITA (vallina estrecha).

Nuestro objetivo se centrará en conocer el extremo norte de La Fana de Pigüeces, delimitado por aquellos dos picos y que son la separación entre la zona de uso restringido y la permitida al senderismo. Las dos modestas cumbres marcan el paraje conocido como El Cuervo, amplia y descarnada ladera de La Fana situada entre las dos citadas cumbres y Pena Miana. Recorreremos por tanto ese extremo norte para una vez arriba, pasar bajo la mencionada Pena Miana y colocarnos sobre unos pequeños sierros situados bajo esa peña…luego, ya veremos.


Cuando llegamos al pueblo la mirada del caminante tiende irremediablemente como digo en centrar su mirada en la cumbre “del Rubio”, es algo que no puede evitar, dejando a su izquierda un conglomerado de peñas y arbolado con cierta apariencia de terreno muy salvaje e inaccesible. Este conjunto de varias peñas (La Pena El Miel y Las Penas de Veisnada) separan dos pendientes canales, aquí llamadas vatchinas, denominadas según su anchura, LA ANCHA, y LA ESTREITA. 
Respecto a La Pena El Miel, la historia habla de una peña donde los vecinos de Pigüeces trataban de alcanzar panales de miel adosados a la misma.



Algo que debe de tener siempre muy presente el caminante es que en Somiedo, por muy montuno que nos resulte un terreno en apariencia visual, será extraño que no haya sido objeto de explotación ganadera, bien por vacas, bien por rebaños de cabras y/u ovejas. En este caso, está claro que lo indómito del terreno tenía que colocar a la cabra como protagonista del entorno y al pastor como montañero que ha de acostumbrarse a deambular por terrenos que el propio montañero calificará como “delicados”. Lo cierto es que a pesar de que La Vatchina Estreita puede parecernos que será lo más comprometedor de nuestra aventura, curiosamente será la zona de paso habitual del ganado vacuno, es decir el acceso hasta situarnos bajo las peñas, lo más farragoso de toda la ruta.
Nos situamos pues al inicio del pueblo, justo a la vera del primer inmueble del pueblo según accedemos por la carretera, “donde los cubos de basura” y donde además disponemos de un pequeño estacionamiento para el vehículo. Desde aquí  parte en fuerte rampa el ancho camino que sube pegado a Los Praos del Pedroso



Con esos prados a nuestra izquierda, el camino se bifurca, debiendo de coger la variante de la derecha que sigue al frente y más alta que la que gira a izquierda. 


Desechamos dos salidas a derecha que son acceso hacia fincas del Cortinal, sabiendo que el camino discurre muy acechado por la maleza pudiendo generar confusión, pero sabiendo que acabará girando a izquierda hasta cruzar El Arroyo El Vatche en un tramo donde se camina sobre la propia agua.






Tras el giro a izquierda, Los Praos del Vatche quedarán por debajo, mientras el ahora sendero penetra entre una mancha de robles, en busca una ladera de terreno pedregoso y abierto a la luz del día, es El Tchombu El Tchagarteiru. Este tramo debería de resultar lo más sencillo de toda la ruta, pues fue camino brañeiro de acceso cotidiano, y sin embargo es lo más complicado de todo el trayecto ante su actual estado de abandono.
  En estos momentos sentiremos cierto alivio, pues el camino se   muestra bien visible y libre de ataduras, aunque no nos confiemos en modo alguno pues como dije anteriormente estamos en el peor tramo de la ruta dada la incomodidad del entorno. Nunca he visto un mejor ejemplo de lo que es pagar un peaje para disfrutar posteriormente de un regalo de la naturaleza, pues lo que primero es un terreno repulsivo para el caminante luego se convertirá en un lugar inolvidable.



Tras pasar por El Tchombu El Tchagarteiru, el sendero vuelve otra vez a recibir un buen acoso de la vegetación a base de ablanos y artos, con senderos de animales que cruzan el propio itinerario.



Lo más importante en este primer tramo es saber a dónde vamos y dónde se encuentra la vatchina que vamos a acometer. Ello es muy importante cuando aparezca el cruce más importante del tramo pues el trazado del sendero principal parece que gira a derecha mientras que la ruta a Veisnada, que es la nuestra, sigue de frente. Acertemos con el cruce, y seamos pacientes, pues el camino acabará otra vez por ser amedrentado por la maleza debiendo de estar muy atentos a nuestro caminar sobre el discurrir del sendero, pues este se estrecha en una zona donde el paso de los animales salvajes cortando el mismo le afectan de manera considerable existiendo talud cortado a izquierda.


No todo es sin embargo negativo, la importancia histórica de este camino desde un punto de vista brañeiro lo apreciaremos cuando ante nosotros aparezca un tramo espléndido del mismo, empedrado y con el traje típico de lo que fueron los grandes caminos somedanos.



Llegado el momento, y en el paraje de Las Tchampazas, observamos a nuestra derecha los bloques rocosos entre los que se cuela Vatchina Estreita (estrecha), siendo hora y lugar de despedirse del camino principal (que continua hacia Veisnada bajo el manto de la argaña y todo tipo de corta pero incómoda vegetación),  y de avanzar en tendida diagonal en busca de una solitaria mata de arbolado situada por delante de la pared rocosa de Los Utchones.




Una vez delante de Vatchina Estreita, y con la vista al viento este, apreciamos su justo calificativo, pues se trata de una estrecha hendidura entre paredes, apreciando en el terreno una tira pedregosa que no es otra cosa que los vestigios de una treita, es decir una canaleta por donde se lanzaba en su día la madera cortada de las fayas. A partir de aquí…comienza el Rock and Roll.




Sabemos que la vatchina sube de frente hacia arriba, no hay desviaciones, salvo el paso que a medio de mesetario conecta aquella con “la ancha”, pero no es esa nuestra ruta, así que “too tieso y pa´rriba”. No hay aquí secretos ni recomendaciones, solo la de que cada uno vaya buscando el paso que más le guste, y si se ha de agarrar a la argana, hágalo. El terreno es muy pindio, sí, por momentos supera a La Vatchinona de Chociencias (bajo el Pico del Prao del Niseiro) y eso es digno de mención, pero dejémonos de pamplinas, por aquí deambulaban los pastores y no estaban de ocio ni pasando el día, estaban ganándose la vida, la supervivencia, así que ¿por qué no vamos a subir nosotros?. Si alguien es alérgico a las fuertes pendientes y a los cachiparros, este no es su sitio, pero si alguien desea pagar esos peajes para conocer un rincón de la montaña somedana maravilloso y salvaje, adelante.










La diferencia con La Vatchinona situada bajo El pico del Prao del Niseiro salta a la vista, aquella es mucho más ancha, aquí en cambio las paredes calizas parecen querer estrangularnos pero nos dejan el respiro adecuado para ir ascendiendo. Hay un momento que observamos a izquierda un refugio de cabras con un antiguo comedero, ¡qué lugar!, ¡qué entorno!, y los hay que dicen que conocen Somiedo por subir veinte veces a Orniz, treinta a Los Albos, y cuarenta al Cornón, en fin, si alguien que lee estos comentarios se siente aludido, disculpe mi atrevimiento y no se enfade, porque el verdadero Somiedo no está arriba del todo, a 2.000 metros, eso es un Somiedo construído por el sector montañero. 



El Somiedo genuino, el histórico, el de caminos centenarios, el de los brañeiros, ese, está justo por debajo, como por ejemplo aquí, escondido entre peñas y árboles.








Muy pronto veremos la luz penetrar sobre la última línea de fayas, momento en que podemos ir saliendo hacia derecha y fuera de la vatchina, para coger un marcado sendero de montaña que nos llevará en dirección norte hacia la cercana y vecina Vatchina Ancha.





El camino es de los que gustan, de los que se denominan “caminos montañeros”, y por si fuera poco cruza la pequeña mancha de fayas cimera de Vatchina Ancha.


Tras salir de este tramo de arbolado, vemos muy cerca el hombro que marca el fin de La Fana de Pigüeces. En este momento pasamos sobre la ladera descarnada de Vatchina Ancha. Quizás sobre alguna parte de aquel hombro veamos al chivo de apariencia salvaje que manda en el rebaño de cabras que por aquí deambula. Dejémoslo a su aire, nosotros a lo nuestro, pero mejor rodearlo y alejarnos, a mi algo que lleva cuernos y tiene mirada de cabreado, prefiero obviarlo.


Una vez en el hombro, sabremos que hemos llegado al límite con el restringido. El terreno al norte cambia por completo, pues el terreno se deja  caer en fuerte pendiente  por la vatchina boscosa de La Tchuite. Pero no hay margen al error, pues estamos en una marcada arista de la montaña que a un lado tiene arbolado y al otro una descarnada cuesta. Subimos por el mismo hombro pues muy cerca de nosotros tenemos al Pico Tiñoso y su doble cumbre. 


Tras el Pico Tiñoso un sendero recorre el hombro de manera muy tendida hacia la esquina del cordal, el Pico El Cogote (1.189 m).


Al llegar al Cogote, cambiaremos de dirección pues vamos a ser respetuosos con la zonificación del Parque. Ahora estamos en plena Sierra, la de Caduepo, El Rubio y Las Planas, y girando por su cumbrera al sur llegamos al Chanu L´Era, una campa llana con un bosque a su espalda misterioso, donde quizás podamos observar las piedras levantadas por el gran oso pardo.
Tras El Chanu L´Era, no debemos seguir por la cumbrera, pues el mazacote calizo de  Pena Miana nos obligaría a entrar por su espalda en el fayéu e invadir la zona restringida. Sin embargo, ello no será problema alguno, sino todo lo contrario porque vamos a coger uno de los caminos más míticos de Pigüeces, es “el Camín de Las Vacas”, un sendero ganadero que cruzaba toda La Fana de Pigüeces, luego La Vatchinona de Chociencias, La Cariadona, Los Chinchos y por último llegaba a Don Cueva enlazando con el camino hoy principal que más bajo venía del Chanu Colinas y que corta la Vatchinona por abajo, es decir aquel camino del que hablo en el libro como “La Ruta de Don Cueva”. Se trata por tanto de dos caminos paralelos, que aunque en su origen se ven separados por mucha diferencia de altura, uno va bajando y el otro subiendo hasta encontrarse en Don Cueva.


Desde El Chanu L´Era cogemos por tanto “El Camín de Las Vacas”, que pasa por Sula Pena Miana (por debajo de Pena Miana), y que cortando La treita El Cuervo, La Treita La Argana y por último la treita El Vatche Pena Grada (la treita más visible pues se presenta a la vista a modo de gran carcavón) y nos acaba situando en el Chaneto de Los Sierros de Pena Miana. Se trata de un pequeño llano a modo de campera que se ubica sobre unos pequeños sierros que en esta inmensidad de ladera, son pequeños resaltes calizos que dejan ver sus cabezas sobre la pendiente cuesta de argana.



Parece este un lugar insignificante, pero tuvo una importancia ganadera tremenda al ser cruce de dos importantes rutas. Efectivamente, un camino desciendo rumbo al oeste, hacia La Fuente Robléos, siendo por tanto la ruta que iba de Pigüeces al Chanu L´Era. El otro camino, “el de Las Vacas” continúa  al sur con un trazado casi en llano cortando toda la ladera en busca del imponente cordal calizo que da fin a la Fana de Pigüeces y entrada a La Vatchinona de Chociencias.
Sin perjuicio de ello, desde El Chaneto Los Sierros también se puede seguir rumbo al este, es decir de frente hacia arriba y en fuerte pendiente ascendiendo justo por la derecha de la treita del Vatche Pena Grada, para acabar saliendo muy rápido al collado llamado Tras Pena Miana, un llano situado en plena cumbrera, y desde donde se puede seguir ascendido hacia el pico principal de La Sierra Caduepo pasando por El Chanu Turrubio, El Alto El Rubio y como digo al Pico del Prao del Niseiro.


Pero como la cumbrera de este cordal ya está bien explicada en el libro (páginas 37-40), de momento vamos con más novedades y continuemos por “El Camín de Las Vacas” que pronto corta La Treita Robleos, aquella que viene desde La Fuente del mismo nombre y que pasa muy cerca del conocido como “el arbolín”.
Tres caminos arrancan de esas zona: 1º) de Tras Pena Miana a La Muezca Cimera, 2º) de Tras Pena Miana a La Muezca (fondera), camín este que a medio camino se une a este otro 3º) aquel que va del Chaneto Los Sierros de Pena Miana a La Muezca (fondera), que es el camino ahora tratado y llamado “El Camín de Las Vacas”.




Según avanzamos al sur por “El Camín de Las Vacas” y nos acercamos al cordal calizo de La Vatchinona de Chociencias, la ruta va ganando en belleza montañera, sobre todo cuando pasamos sobre Los Bruscos y desde un alto vemos como el camino desciende hasta colocarse tras la solitaria peña que emerge sobre La Vatcheta La Faxa. Esta peña a la que se asciende con facilidad, y donde destaca la faya adherida a la misma, es un mirador extraordinario.




Solo resta ya cruzar una última vallina para entrar por uno de esos pasos montañeros como abiertos por un ingeniero en la roca para permitir un cómodo tránsito, se trata de La Muezca (fondera).
 

Pasamos entre dos peñas, y lo que aparece ante nosotros es majestuoso. De aquella descarnada ladera damos paso a la gran Vatchinona de Chociencias, con sus manchas de arbolado, sus fuertes pendientes, sus resaltes rocosos. No estamos situados ahora bajo la misma, como describía en el libro pues íbamos por el camino más bajo, sino que estamos a mitad de La Vatchinona.
Arriba, la emblemática Cueva Negra, morada del rebeco.


El recorrido desde aquí a Don Cueva es un trayecto muy vistoso y de un valor senderista muy elevado, ante esa mezcla de arbolado, campera y peña. Si el camino que viene de Colinas es bastante desconocido, de este sendero para que vamos a hablar. Escondido y camuflado como no queriendo recuperar el protagonismo que tuvo, discurre bajo varias manchas de arbolado manteniéndose por el uso de vacas y venados. Cuando estemos a punto de llegar al Chanu Don Cueva observaremos como por nuestra derecha se acerca el otro camino, juntándose ambos en la campera situada tras La Pena Don Cueva.






Y una vez en Don Cueva, ya conocemos nuestras posibilidades: 1º) seguir hacia El Chanu La Trapa y Orticeda (páginas 41 y siguientes del libro), ó 2º) descender a Visbeiro y la braña de Pigüeces (Motiz). 

El camino desciende Don Cueva hasta El Chanu Visbeiro, y de ahí a la braña en poca distancia (página 56 del libro, información de esta braña). Desde la braña descendemos en una hora al pueblo por un ancho camino.




Y ahora regresamos  a La Fana, y recorramos el camino alto, el que pasará por La Muezca Cimera. 
Estamos ante un claro ejemplo de lo que hoy es un sendero “venatorio” por excelencia, que a veces se observa con claridad y otras apenas se percibe. El camino va en paralelo al “Camín de las vacas”, muy cerca uno del otro, aunque una vez sobre la peña de La Vatcheta La Faxa, el “Camín de las vacas” pierde altura camino de La Muezca (fondera) y se aleja de su compañero, incluso, el camino alto de La Muezca Cimera se bifurca, debiendo de optar por la variante baja, aunque no será problema importante el error en esta elección, pues posteriormente es fácil rectificar con un leve descenso.

El caso es que identificar en la distancia el camino que va a La Muezca Cimera es sencillo, pues pasa justo por encima de dos sierros muy reconocibles.


Una vez nos acercamos al paso de La Muezca Cimera ya percibimos que estamos a punto de vivir montaña de la verdad. Esa abertura entre las peñas nos pone en aviso de lo que se avecina.



Nada más pasar a la otra vertiente ya vemos al fondo un mundo que hasta ahora no existía: la mezcla de árboles y peñas en un paraje de suma verticalidad. Pero todavía tenemos que salvar un canto.


Pasado el citado canto, allí está La Vatchinona de Chociencias en toda su magnitud, con esas fayas que se cuelgan de la ladera, La Cueva Negra y El Furao en la peña. Al llegar a unas aisladas fayas tenemos un cruce de rutas, pues hacia arriba va la ruta a la cumbre del Pico del Prao del Niseiro y de frente en rampa va el camino al Chanuetu.



Recordemos que el “Camín de las vacas” también corta La Vatchinona, pero la visual es muy diferente, pues aquel observa la gran vatchina desde abajo, y el camino de La Muezca Cimera lo hace en cambio desde las alturas. Mientras en el camino bajo el arbolado impone su ley, arriba es  la peña caliza y agreste la que impera. Pero si he destacar algo, es esa sensación de entrar en un zoo, pues la parte alta de Vatchinona y Cariadona (ancha vatchina que sigue a la otra) son lugar habitual de encame de venaos y rebecos.



Pasamos bajo La Cueva Negra.


Y al pasar a La Cariadona el paisaje cambia bastante. El suelo se tapiza de argana (hierba larga y áspera), escobas, y árboles “rotos” secuela de un gran incendio, mientras el camino desparece casi por completo. Hemos de pasar bajo la peña y más o menos en llano.



Al llegar al canto, pasamos a la ladera de Los Chinchos con El Chanuetu ya a la vista e inconfundible (pequeño llano de campa con unas pocas fayas). El Chanuetu se sitúa en el mismo hombro que El Chanu Don Cueva, unos cuantos metros más arriba.
Mientras el camino principal al Chanu La Trapa va desde Don Cueva en ascenso por La Cariada El Cordel, el del Chanuetu (aunque se ven varias posibilidades) va más o menos en llano.




Y como hemos pasado por La Vatchinona, y hemos conocido los dos caminos que "la cortan", analicemos una alternativa  a la ascensión central descrita en el libro.
Para ello debemos de cambiar rumbo desde las fayas hacia el cordal rocoso que marca esta gran canal por su izquierda (según ascenso) utilizando el ya conocido “Camín de Las Vacas” para buscar la pasada denominada “La Muezca”, y luego ascender pegados a la peña hasta coger “El Camín de La Muezca Cimera” y cambiar rumbo en sentido contrario otra vez al centro de La Vatchinona. 


En fin, vayamos primero hacia la mancha de fayas abandonando el sendero del Tchombu Chociencias que prosigue como no rumbo hacia Don Cueva. Subida muy dura como ya advertí en el libro, pero sin llegar a los extremos de Vatchina Estreita. Aquí subimos en terreno más abierto, observando siempre lo que resta de ascenso hasta el cordal.



La lucha contra la pendiente debe de mantenernos firmes pero no perdamos la concentración pues debemos de cambiar rumbo a izquierda accediendo al “Camín de Las Vacas” que viene de La Muezca con dirección a Don Cueva. La referencia para coger el camino es esta: fijémonos en la primera línea de arbolado de La Vatchinona que sube por nuestra izquierda, y busquemos la primera mata de fayas (de triple tronco) que encabeza por arriba esa línea, pues por encima pasa el camino.
Una mirada hacia la izquierda por fuera del arbolado nos muestra bien cerca el paso de La Muezca. El camino es bien visible y tiene buena caja así que no debe de generarnos confusión ni temor ante lo pendiente de la ladera. En un abrir y cerrar de ojos estaremos en La Muezca.




Una vez en La muezca, cogemos un sendero que pegado a la peña asciende hacia La Muezca Cimera.



Aunque de momento todo parece sencillo, hay que salvar un obstáculo. Se trata de un "puexu", una panda de árgoma muy vertical que exige "cogerse al matu" para remontar por ella. Con tranquilidad y paciencia remontaremos muy rápido.


Al salir del "puexu" volvemos a la cercanía de la peña.



Ya estamos muy cerca de la pasada de La Muezca Cimera, pues la gran abertura en la peña así nos lo pone en evidencia, con el pueblo de Pigüeces a la vista allá abajo.



Ya estamos sobre el camino que pasando por la zona alta de La Vatchinona cruzará esta y La Cariadona para salir al Chanuetu. Cogemos el camino y llegamos hasta las solitarias fayas que veremos en plena Vatchinona. Una vez allí, "de faya a faya y tiro porque me toca". Entre ambas, un terreno argayado algo incómodo.



Y desde aquí, ya sabemos, todo para arriba y directos al collado ubicado a la vera del vértice geodésico del Pico denominado "Rubio", aunque se trate del Pico del Prao del Niseiro o Pico La Vatchinona. Pero existe otra posibilidad de salida a la cumbrera, algo más alejada de la cumbre, pero muy entretenida en caso de no querer repetir el mismo itinerario.



Se trata de salir de la canal central de La Vatchinona, y coger una vatchina pequeña cubierta de fayas que arranca por la derecha de la peña. Existe sendero rebequil, pero la pendiente es tipo a la existente en Vatchina Estreita, es decir muy pronunciada, aunque el recorrido será muy corto.