Comentarios ampliatorios de Víctor Orbayu sobre el contenido de su trabajo sobre El parque Natural de Somiedo.

lunes, 11 de abril de 2016

ACLARACIONES PARTE 8. LA TIESA.

LA TIESA. LA CONQUISTA DE LA MONTAÑA

Pag. 126. Ampliamos.



La zona del Escobiu esconde una de las zonas montañeras más agrestes de Somiedo, y a la vez, situada en ese elenco de las más desconocidas. Esa peñas calizas que se ven en lo alto hacia el paso de La Falguera una vez situados en el pueblo de Veigas (foto), es terreno que siempre llama mucho la atención al visitante al contemplar esas afiladas peñas calizas, pero es zona de las que sin embargo, el caminante escapa por miedo a acercarse a la amenazante maleza que cubre una ladera bien desconocida por todos, excepto por aquellos pastores de Veigas y La Falguera que en su día conducían sus rebaños de cabras por tales lares.
Como siempre ocurre, no es posible establecer conclusiones definitivas ni dan por sentadas las cosas si no “amillaramos” previamente, porque curiosamente no es esa vertiente de Veigas la que posibilita un buen ascenso a aquellas peñas, sino la espalda de esa montaña, su cara norte, la del Escobiu.



Nos situamos por tanto en El Escobiu, a donde hemos accedido por el camino que sube desde la braña de  Navachos. Fijemos nuestra atención en el buen camino que llega en llano por el Oeste a la casa-teito del abandonado pueblo, y que se dirige desde la citada casa dando vista al frente hacia el monte de Tiblós. Este camino, que es el ya mencionado “viejo camín de toda la vida entre Navachos y El Escobio”, nos sorprenderá por su actual  buen estado de conservación al discurrir bien armado y libre de vegetación, aunque ello sea solo en un primer tramo aunque suficiente para nuestros inmediatos intereses: La Conquista de La Tiesa.  


Panorámica frontal de la vertiente del Escobiu. Nos encontramos en esta vertiente ante una auténtica cumbre, 500 metros de desnivel aproximadamente en una distancia que no llegará a los 2 kms.


Tras llegar en pocos metros a la evidente y cortada peña caliza que cae por nuestra izquierda, volteamos la misma girando al sur y abandonando ya el camino, entramos allí mismo por el rastro de un sendero “de animales” que atraviesa la dura y muy incómoda árgoma. Nos dirigimos en busca de un pedrero.  Aquel citado sendero, puede ser tan real como transitorio, pues hoy existe al haber sido limpiado desinteresadamente a efectos puramente montañeros, por lo que mañana quien sabe.



Las buenas y consistentes piedras, que en otras ocasiones y rutas son elemento incómodo, aquí en cambio las hemos de recibir como salvavidas que sale a nuestro rescate en un mar de espinos y maleza. No pierda el caminante la paciencia hasta llegar a la tchera, pues se encuentra relativamente muy cerca del camino que hemos abandonado. 

Una vez alcancemos el pedrero, ascendemos por el mismo agradeciendo que este acceso nos permita acometer esta cumbre que desde Veigas apenas llama ni tan siquiera la atención del caminante, pero desde la vertiente contraria es una cumbre en toda regla que se alza majestuosa sobre el pueblo del Escobio,  y de las que no se olvidan por su configuración de ésas que gustan por lo agreste de sus afiladas y “cortadas a cuchillo” peñas.



Este paso pétreo, que nos permite un ascenso relativamente cómodo, discurre siempre por la parte izquierda de la subida hasta la entrada del mismo arbolado (el faéu de La Tiesa).
En este tramo donde nos dirigimos ya sin duda alguna hacia el arbolado, nos vemos inmersos en un terreno agreste de verdad, aquí no hay hipérboles ni expresiones edulcoradas de cara a la galería, pues es esta una montaña ruda en su máxima expresión, roca caliza desparramada en terrible alianza con agresivos espinos.
En La Tiesa el ganado cabrío tuvo una importancia considerable; rebaños del Escobiu, de La Falguera, de Veigas, aquí la cabra podía mostrar todas sus virtudes físicas a la hora de pastorear semejantes laderas, y aquí se enfrentaba también a su peor pesadilla, pues hubo un tiempo en que el gran oso pardo no solo comía hayucos y arándanos, sino que atemorizaba a aquellos rebaños levantando verdaderos dolores de cabeza a los pastores locales.
Como ya advertimos anteriormente, nos encontramos en uno de los lugares del Parque de  Somiedo donde el oso se deja ver en la actualidad de vez en cuando, pues es precisamente en estas laderas donde recientemente se le ha visto desde la carretera por los turistas mientras posaba sobre los riscos como presumido modelo.
En la parte alta del monte de La Tiesa hay dos salidas a la cumbrera, pues un estrecho cortado calizo superior divide arriba la cabeza del hayedo en dos partes. En estas dos opciones de salida, remontaremos a la derecha por el ramal boscoso que se dirige hacia el collado que da acceso a La Pena El Viento, gran mirador del monte Tiblós.
El trayecto entre las hayas será relativamente corto, pero nos resultará muy vistoso y de un carácter extremadamente montañero, como todos los hayedos que nacen entre la roca caliza.




Una vez salimos del amparo boscoso y la luz se abalanza sobre nosotros, vuelve entonces a saludarnos la pejiguera árgoma, que aquí se asienta de manera ostensible abrazando toda la repisa superior de esta cumbrera, y acompañando a poderosas moles calizas que si bien desde el pueblo de Veigas apenas se aprecian, en cambio aquí arriba y en primer plano, resultan realmente sorprendentes.



Siempre insisto en lo atrayente que es descubrir nuevos rincones en un Parque Natural como el de Somiedo, esos recovecos que han vivido hasta ahora en el anonimato para montañeros,  y que ofrecen momentos de montaña difíciles de olvidar por esa idea tan instaurada como errónea de que Somiedo ya es bien conocido. Existe un Somiedo desconocido sí, pero La Tiesa supone mucho más, y ello es así porque no solo es su carácter de montaña desconocida lo que destaca, sino además por ser un paraje que se muestra en todo su esplendor solo cuando accedemos a su entorno. La sorpresa para el caminante que accede por primera vez es realmente atronadora, ¿cómo es posible?, ¿por qué nunca he accedido a este lugar?, ¿por qué no me he percatado de lo que esta montaña podía ofrecer?, son preguntas que nos haremos sin ninguna duda, pero que tienen fácil respuesta: porque la configuración La Tiesa se disfraza de montaña de poca importancia y todo el protagonismo lo abarca La Sierra Michu.
Pero volvamos a situarnos en la cumbrera, pues allí  mismo a la derecha tendremos ya la primera cumbre de esta montaña de La Tiesa, así que remontemos el corto trayecto de unos pocos metros que nos separa de la cima de La Pena El Viento (1.240 m), y movámonos entonces por allí arriba con mucha precaución, pues en esta cumbre hay una importante caída al abismo mientras al frente nos observa El Alto Valdegobierno o Alto El Cintu (el llamado pico Gurugú).


Coloquémonos pues donde corresponda y disfrutemos al otro lado de la carretera de todas las canales y barrancos del monte Tibléus (Tiblós), pues se trata éste de un hayedo colgado literalmente de una enorme pared vertical caliza que solo desde esta cima  es posible percibir en toda su justa magnitud. El monte Tiblós es zona de uso restringido, pero no solo no se debe de entrar al bosque por contradecir la normativa reguladora de la zonificación del Parque, nuestra propia seguridad así nos lo exige pues los viejos senderos que cruzaban el interior de este hayedo salvando los cortados se han ido perdiendo en algunos tramos con el paso del tiempo, y solo podríamos llegar a atisbar en muchos casos peñas y barrancos como el Bugón, donde recientemente en una cacería tanto el jabalí como el perro que fatigosamente le perseguía hacia aquella zona, acabaron despeñados por semejante peligroso paraje.
Teniendo en cuenta la orografía de aquel monte, nos sorprenden historias como la de Pilar Otero de quien casi con una cierta connotación mítica se cuenta en Veigas que: “llevaba los sacos de tila agarrados con los dientes para poder cogerse a las peñas cuando cruzaba el bosque”, pero esa fue la realidad de este monte donde en su día se desarrolló una actividad ganadera (principalmente de ganado cabrío)  por cortados y riscos al más puro estilo de “Picos de Europa”.
Incluso resultando igual de sorprendente, en la zona agreste del monte aunque comunicada eso sí con el pueblo por lo que en su día eran buenos caminos, había prados de siega pues completamente escondidas entre el arbolado de la zona del Muruxal existen varias praderas y un par de cabanas ya en evidente estado de deterioro, zona que hoy se ha convertido en solitaria parada de descanso del oso pardo como atestiguan los que por allí de vez en cuando se dejan caer bien en busca de leña, en cacerías o simplemente a comprobar el estado de las fincas. Otro lugar mítico de este monte es la llamada “cueva (de) los ladrones”, impresionante y vertical garganta sin salida superior donde se guardaban en su día las cabras por parte de brañeiros, cerrando éstos el paso por la parte inferior y convirtiendo aquella en un gigante y agreste corral natural.


Recorriendo la cumbrera de La Tiesa vamos salvando los distintos hombros que aquí vienen a desembocar, sierros  de indudable carácter quebrado y calizo, disfrutando además y hacia abajo de la fantástica vista del pueblo de Veigas, percibiendo quizás el porqué de su topónimo (vegas).



Tengamos en cuenta que debemos avanzar progresivamente por la ya tan citada cumbrera hasta llegar hasta el último bloque calizo y buscar allí el colladín de Los Picos, pequeño paso entre la arista caliza que nos permitirá el tránsito a la otra vertiente, es decir  el paso desde el pueblo de Veigas al de La Falguera por el Alto La Cutchada.
Este paso es el único coherente, pues si pretendiésemos voltear la montaña nos encontraríamos con peligrosos cortados.
Una vez llegamos a la última peña (Los Picos) de la última línea rocosa, la montaña de manera irremediable se corta bruscamente en su vertiente hacia La Cutchada, así que nos vemos obligados a descender un breve tramo por la vertiente del Escobio bien pegados a la roca, hasta colocarnos debajo del ya tan comentado paso. El colladín nos resultará  inconfundible pues es el único que nos permite salvar la vertical pared caliza, de hecho tal es su funcionalidad en el paso  que aunque nos parezca increíble hoy en día, es lugar por donde siempre se transportó con cuerdas la madera de haya que se sacaba del “Faéu de La Tiesa” .
Aquí alcanzaremos a comprender en su verdadera magnitud como era antes la vida en Somiedo, pues ésta era una labor que sin duda debía de poner en peligro gravemente la seguridad de las personas. Una vez bajo el estrecho paso, observamos una roca que hemos de salvar por su izquierda y que nos exige un par de agarres nada complicados para un nivel montañero medio, aunque no por ello debemos de pensar que esta ruta es “apta para todos los públicos”, ni mucho menos. Es momento por lo tanto de advertir al lector sobre la naturaleza de esta montaña, cuya agresividad solo es comparable a la de los picos del Robezu, y que en muy pocas montañas de Somiedo podemos encontrar.




Una sobre la crestería de Los Picos, debemos de exprimir todos nuestros sentidos al encontramos ante una bajada que aunque corta es bastante incómoda.


Se trata de un descenso con pequeñas repisas calizas y un descenso que adquiere cierta verticalidad con algo de argaña (hierba larga y áspera).  En este descenso sobre él que no hay nada escrito, es aconsejable a mi modo de ver dibujar una  recomendable “Z” en tres tramos:



1º) salimos a la izquierda para salvar la primera zona vertical situada tras la salida del colladín,  tratándose de varias y pequeñas repisas calizas “peligrosas” pero que podemos salvar con tranquilidad siempre que estemos muy atentos a donde pisamos, 2º) bajamos a continuación hacia la derecha buscando con sumo cuidado una pequeña mancha de hayas, pues en esta diagonal es donde la argaña adquiere protagonismo y resulta bastante resbaladiza, y 3º) buscamos una diagonal descendente a izquierda, tomando como referencia una haya ubicada entre dos peñas, para de esa manera no vernos obligados a descender por la “canaleta central”, que es zona muy vertical  por la que en su día se lanzaba la madera de haya que se sacaba del monte La Tiesa. En este tramo, la árgoma que en otras ocasiones resulta una verdadera incomodidad, nos resulta aquí de gran ayuda pues proporciona muy buen agarre corporal sobre el terreno.


Tras la árgoma, observaremos a izquierda el paso pegados a una haya y el estrecho sendero que tras la misma desciende hacia el Prao de La Cutchada.




Habrán sido unas cuatro horas desde la carretera, pero créanme, inolvidables, tanto si nos gusta este tipo de montaña pues entonces disfrutaremos de la caliza y su hermanamiento con un misterioso bosque, como si no, pues en este último caso pasaremos algún que otro momento tensos y quizás lleguemos a sudar un poco más de la cuenta…permítaseme la broma, pero recordemos de que tipo de montaña hablamos.
Y pensar que es uno de los hermanos pequeños de La Sierra Michu, insignificante a su lado, en fin, cuanto nos tiene que enseñar todavía Somiedo, he aquí una de las cumbres más minusvaloradas del Parque, pero que curioso, de las más montañeras.

4 comentarios:

  1. Impresionante!! Siempre indagando y encontrando estupendos hallazgos. Enhorabuena!!!

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  2. Se echaban de menos nuevas entregas en tu blog mostrándonos rincones tan mágicos y recónditos como éste de La Tiesa. Un recorrido impresionante que he seguido atentamente leyendo el texto plagado de abundante y excelente información que acompaña a las fotografías. ¡Qué decir! Nunca dejarás de sorprendernos. Tu "güertín" todavía tiene que darnos mucho de sí. Es una suerte contar con tu amistad. Un fuerte abrazo, tocayu

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  3. Otro particular recorrido por esi Güertín....Tiene pero que muy buena pinta

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  4. Jolines¡¡¡¡ me la pido, que bien descrito Orbachin.
    ojala un dia me la enseñes, saludos

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